El León de Oro para el director mexicano Alfonso Cuarón en la Mostra de Venecia por la película Roma, confirma el papel tan destacado que están teniendo los cineastas como impulsores del soft power o poder suave de México en el mundo. Es decir, en la capacidad de un país de conseguir reconocimiento a través de formas sutiles como la cultura, en vez de formas represivas como la militar o subordinación económica (Joseph Nye, 2004).
En este contexto, el triunfo este año como director y mejor película en los Oscar para Guillermo del Toro por su cinta "La forma del agua" y en 2016 para Alejandro González Iñarritu por "El Renacido", muestran el reconocimiento internacional al talento de los cineastas mexicanos, un rasgo en el que se basa nuestro poder suave. Que también se ve fortalecido con los tres oscars ganados por el director de fotografía Emmanuel Lubezki.
Este éxito de los artistas mexicanos impacta positivamente en la imagen internacional del país, en términos de poder suave. Porque la información que producen los medios de comunicación trata de aspectos relacionados con la cultura del trabajo y la creatividad de nuestros paisanos, y no de noticias sobre violencia o narcotráfico. Este enfoque y tratamiento de las noticias afecta positivamente la percepción de México como potencia cultural.
De esta manera, los triunfos internacionales fortalecen el poder suave del país, en términos culturales, que también se nutre de la literatura, el teatro, la música, la gastronomía y el patrimonio histórico.
Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñarritu, entre otros artistas, son grandes impulsores del poder cultural mexicano en el mundo. Sus películas no sólo enriquecen el patrimonio universal del cine, proyectan un país donde sus ciudadanos poseen gran talento artístico y son capaces de triunfar en el mundo, una visión muy diferente a la de país violento e inseguro que campa en los medios de comunicación internacionales.