En un artículo publicado en la Revista de La Asociación Española de Americanistas, No.18, 2017, identifiqué algunas características de la inmigración mexicana en España que hoy explico en esta columna.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística español, en 2018 de una población de casi 47 millones de habitantes se identificaron 53.811 personas nacidas en México, de las cuales el 55% tiene doble nacionalidad y el 45% restante permiso de trabajo y residencia. Un 60% son mujeres y el 40% hombres. La edad media de la población es de 37 años.
Los mexicanos están concentrados en cuatro comunidades (estados): Madrid, Cataluña, Andalucía y Valencia. Ciudades caracterizadas por una pujanza económica, política, cultural y social.
Los estudios universitarios es lo que caracteriza a la diáspora mexicana en España. El 68% tiene licenciatura, el 14% posgrado, el 13% estudios técnicos o artísticos y un 4% preparatoria. Por lo que respecta a las actividades que realizan destacan cuatro: profesionales en empresas privadas y públicas, microempresarios, estudiantes y amas de casa.
España es el tercer destino para emigrar de los mexicanos, después de Estados Unidos y Canadá. Emigran no por razones económicas sino que se trata de una población que viene a realizar estudios universitarios y terminan por quedarse (inmigración académica), o se establecen con su pareja española o de nacionalidad comunitaria (inmigración rosa).
La inmigración académica: obedece a un interés en realizar estudios para ampliar el currículum en una universidad española. Para los mexicanos la oportunidad de matricularse les permite una alta socialización con la población local que resulta muy positiva para construir relaciones laborales o sentimentales (o ambas) que dan oportunidad para mejorar su situación migratoria de residente y poder quedarse.
En cambio, la inmigración rosa se define porque la población mexicana la componen más mujeres que hombres con permiso de residencia obtenido por matrimonio. Este perfil migratorio desarrolla vínculos familiares, sociales, culturales y geográficos que facilita la integración plena a la sociedad de acogida. El matrimonio otorga la residencia y el poder disfrutar de los servicios sociales. Además, es un puente para acceder al mercado de trabajo que facilita su integración.
El perfil del inmigrante mexicano en España, que aquí resumimos, es una oportunidad para que el nuevo Gobierno de López Obrador promocione el país, más allá del turismo y el patrimonio histórico que son valores bien conocidos. Los residentes pueden impulsar la agenda mexicana, gubernamental o no gubernamental, se trata de aprovechar las cualidades que tienen como comunidad y fortalecer las relaciones con España.
En definitiva, que transmitan no sólo una imagen positiva del país, sino que apoyen, junto con las autoridades institucionales, una diplomacia pública efectiva a mediado plazo, sin importar cambios de gobierno, partido en el poder o de funcionarios encargados de la política exterior.