De alguna manera, la artista valenciana, Manuela Ballester, hizo su carrera artística a la sombra de su esposo, el también artista valenciano, Josep Renau. Aunque ella logró destacar por su talento y su trabajo, fue una artista que caminó una veces al lado de su marido y otras, atrás. Ambos nacieron en Valencia, se dedicaron al mundo del diseño y la ilustración y en 1939 emigraron a México, donde desarrollaron una importante etapa profesional como artistas.
Manuela nació un 17 de noviembre de 1908 en el seno de una familia de artistas. Tuvo cinco hermanos de los cuales Tonico fue escultor y dibujante, y Rosa y Josefina fueron grabadoras y dibujantes. Su padre, Antonio Ballester Aparicio, fue escultor y profesor de la mítica Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, a donde la joven, con tan solo 14 años, ingresó para hacer estudios de escultura.
En ese periodo de estudios ganó un premio de retrato y con el dinero obtenido viajó a Madrid donde tuvo oportunidad de conocer el Museo del Prado. Es ahí donde ve por primera vez obras de grandes como Goya, El Greco y Diego Velázquez, a quien tomó como un gran referente del retrato, estilo que practicó durante casi toda su vida haciendo dibujos de sus amistades, familiares o allegados.
Y precisamente en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, la artista conoce al que sería su marido en un futuro, Josep Renau, pintor, fotomontador, diseñador, muralista y militante comunista español. Él ya lideraba el grupo conocido como la Generación Valenciana de los Treinta, que reunía a estudiantes con mentalidad alternativa, actitud rebelde y amantes de las vanguardias artístico-sociales. Se enamoran, se casan y tienen seis hijos.
En su formación, Manuela se inclinó por hacer trabajos de ilustración literaria, diseños de figurines de moda y de carteles. De esta manera colaboró en varias publicaciones como la revista valenciana “La Semana Gráfica”, hasta 1928 en que terminó sus estudios sin que se dedicara a la docencia, como hacía la mayoría de compañeros que terminaban carreras afines.
Empezó a desarrollarse en el mundo de la ilustración y en 1929 ganó un concurso de la revista “Blanco y Negro”, de tal manera que su trabajo fue la portada de la revista. Ese mismo año formó parte de la colectiva “Exposición de Arte de Levante”. A partir de este momento se introduce más en movimientos sociales participando en exposiciones de enfoque político, haciendo sus aportaciones a revistas como “Nueva Cultura”, “Estudios” y “Ortho”, hasta que llega a dirigir la publicación femenina “Pasionaria: Revista de las mujeres antifascistas de Valencia”.
Rumbo a México
En 1932 se afilia al Partido Comunista al igual que su marido con quien se casa ese mismo año, fundando ambos y otros compañeros la Unión de Escritores y Artistas Proletarios. En el 39 llega la derrota de la II República y muchos artistas e intelectuales de ideas republicanas prefirieron y se vieron obligados a exiliarse, entre ellos el matrimonio Renau Ballester, cuya huida primero la hizo Manuela con sus hijos, su madre y sus hermanas Rosa y Josefina, la cual estuvo teñida de circunstancias adversas. Renau se quedó en Barcelona, donde vivían, para concluir compromisos. Un mes más tarde alcanzó a la familia en Toulouse.
Finalmente en México, luego de un largo viaje que partió de Francia y pasó por Estados Unidos, la familia se instaló y empezó a tener trabajo, gracias al apoyo de artistas mexicanos que la acogió y al Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE) que se encargó de brindarles una casa. Con este cambio los artistas no dejaron de producir, por el contrario, se adaptaron e inmediatamente se incorporaron a la vida laboral. Manuela consiguió trabajo como ilustradora de calendarios para la Imprenta Galas, cuyo propietario era un español. Y más tarde el clan Ballester, junto con Renau, formaron una empresa familiar llamada “Estudio-Imagen. Publicidad plástica”, que instalaron en la Avenida Coyoacán. En este estudio se empezó a producir mucha publicidad comercial, carteles para el cine y propaganda política electoral.
Las hermanas de Manuela siguieron con la tradición familiar y se fueron dando a conocer como grabadoras. De hecho ambas crearon el Taller-Escuela de Grabado Las Ballester, que durante los años setenta fue un punto de confluencia artística.
Su etapa en Alemania
En 1959, Renau decide dejar México para irse a Alemania del Este, pese a tener una buena posición como artista en el país y vivir el apogeo del movimiento muralista mexicano, en el cual participó de la mano de su amigo David Alfaro Siqueiros. A Manuela no le quedó otro más que seguirlo, luego de 20 años en el país azteca donde habían nacido tres de sus cinco hijos.
Este cambio fue radical para ella en su trayectoria profesional y vital, porque en México ya tenía todo, familia, amigos, trabajo y reconocimiento, aun cuando en Alemania fueron bien recibidos y reconocidos como artistas. Al parecer la relación entre ambos artistas no estaba bien desde que vivían en México y decidieron terminarla con un divorcio en 1962, aunque manteniendo una buena amistad.
Manuela se fue a vivir a un apartamento con su hija Teresa, mientras que Pablo se quedó con Renau. Gracias a su experiencia haciendo ilustraciones y fotomontajes trabajó en revistas y editoriales alemanas, incluso llegó a dirigir una revista de moda. Esto le permitió tener independencia económica una vez divorciada.
Tanto ella como su marido fallecieron en Berlín, donde fueron enterrados. Ninguno mostró interés porque sus restos fueran depositados en Valencia. Renau decidió que su archivo, biblioteca y hemeroteca fuera donada a la Fundación Josep Renau de Valencia, mientras que Manuela donó una colección sobre el traje popular mexicano al Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, de Valencia, y una pequeña parte de sus cuadros al Museo de Arte Contemporáneo de Vilafamés, en Castellón.
Manuela siempre mostró gran interés por México. En 2015 presentó en el museo mencionado de Valencia una exposición sobre el traje popular mexicano, en el que mostraba su interés por la indumentaria mexicana, además de que llegó a impartir clases de pintura, a alfabetizar a criadas indígenas y a publicar el libro “Mis días en México (1939-1953). Manuela Ballester murió un 7 de noviembre de 1994, en Berlín.
__________________________________________________________________________________________ Margarita Moraleses periodista y editora mexicana con experiencia en medios tradicionales y digitales, gestión de redes sociales, contenidos para blogs y realización de páginas web. Reside en Valencia, España.
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