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Desembarca Cataluña en la ciudad de México


Fue hace poco más de un año, en junio de 2019, que el entonces Conseller de Exteriores de la Generalitat de Catalunya anunciase, con bombo y platillo, que el gobierno regional proyectaba la apertura de una serie de delegaciones en el exterior que permitiese al Govern de la comunidad autónoma y a la sociedad, lengua y cultura catalanas, “tener presencia en lugares donde no ha(n) llegado nunca”. A la par del anuncio, que a las pocas semanas se tradujo en un decreto de ley y en la apertura de las primeras delegaciones exteriores de la Generalitat, varios meses después sancionadas incluso por Madrid, se dio a conocer que la primera en América Latina de esas representaciones internacionales tendría su sede en la Ciudad de México.


Y no podría ser de otra forma porque si hay un país americano con el que esa región del noreste peninsular posee vínculos históricos, culturales, lingüísticos, comerciales y humanos es precisamente con México. El entonces anuncio no pudo más que recibirse con regocijo a ambos lados del Atlántico, la eventual inauguración de una delegación del gobierno de Cataluña en el otrora Distrito Federal era un paso natural para las comunidades mexicana en Cataluña y catalana en México, para las élites empresariales que tejen lazos comerciales entre la provincia española y la economía azteca y para los artistas y creadores de múltiples disciplinas que con sus ejercicios artísticos y creativos tienden puentes entre Barcelona y la capital mexicana. Contrario a no tener presencia en México y apuntalarla a través de una delegación, como lo hace a través de sus delegaciones en Beirut, Zagreb o Túnez, el Govern con el anuncio y apertura de su delegación en México subsanaba lo que quizá es una deuda histórica entre nuestro país y la región española. Porque para México no se entiende España sin Cataluña y para Cataluña no podría entenderse España sin México.


Con Hernán Cortés llegó a costas mexicanas en 1519 Joan Grau de Toloriú, leridano que ayudó a conquistar la gran Tenochtitlán y quien esposó a una de las hijas del último emperador azteca, Moctezuma II, la princesa Xipaguazín, y la trajo consigo de vuelta al Pirineo, en donde todavía una placa de mármol recuerda el lugar de su último reposo. De entre los miles de exiliados republicanos llegados a México en 1939, había un número importante de catalanes, que escapando los horrores de la guerra y de los campos de detención, encontraron en el país americano tierra fértil para continuar construyendo, libremente, su vida y sus anhelos. Al de Grau hay que agregar los nombres de Gaspar de Portola, Pere Fages, Junípero Serra y Pere d’Alberní, sin cuya vida, obra y muerte, en el Nuevo Mundo, todas las Californias nunca hubiesen sido posibles, desde Oregón hasta Los Ángeles, pasando por San Francisco, San Diego o La Paz. Jaime Nuno, el natural de San Juan de las Abadesas, cuya sublime composición musicalizó el himno nacional mexicano. El buque Sinaia y sus mil seiscientos pasajeros. El Orfeó Català y sus 113 años de historia en la capital mexicana. Los académicos, estudiantes, escritores, artistas y empresarios mexicanos y catalanes que a cinco siglos de distancia siguen forjando sólidos puentes entre Barcelona y el antiguo D.F., abriendo puertas a los muchos que habrán de venir después.


La delegación del gobierno de Cataluña en la Ciudad de México fue finalmente inaugurada en la segunda mitad del 2019, es encabezada por Lleïr Daban Hurtós y está por cumplir un año de vida que, si bien ha sido complicado, dada la coyuntura generada por la pandemia no solo en México y en España sino en el mundo entero, ha permitido, poco a poco, ensanchar la ya de por sí rica relación entre nuestro país y la madre patria. La delegación catalana se suma a las otras representaciones autonómicas españolas en la capital mexicana, como la de la Generalitat valenciana o la del gobierno vasco, que, desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países en 1976, tras la muerte del dictador Francisco Franco el año previo, dan testimonio de la diversidad de los vínculos entre ambas naciones.


Al cumplir un año de su apertura, la delegación del Govern se suma al vasto universo institucional y humano que conecta y ha conectado a México con Cataluña y con el resto de España desde hace siglos, convirtiéndose en una herramienta fundamental para construir entre la opinión pública percepciones más ajustadas a las realidades tanto de México como de España.

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Diego Gómez Pickering es corresponsal para África Subsahariana del semanario mexicano Proceso. Es diplomático, periodista y escritor. Doctorando en Diplomacia y Relaciones Internacionales por Euclid Univesity y maestro en Desarrollo Cultural por la Universidad de Columbia en Nueva York, EE.UU. su libro más reciente es Cartas de Nueva York (Taurus, 2020). Esta es una colaboración especial para el Observatorio de México en España (Obsmex).

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